martes, 30 de abril de 2013

6 sencillas formas de romper los malos hábitos alimentarios


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La semana pasada, con el artículo de “5 suposiciones que a ningún nutricionista le hace gracia escuchar” escribía una frase con la que creo se transmite los verdaderos aspectos clave a la hora de mejorar la alimentación. La frase era la siguiente: “Manejar y saber hacer frente a obstáculos como la falta de tiempo, los eventos sociales o los hábitos alimentarios inculcados desde la infancia, es muchas veces, lo que realmente permite sentar las bases para un cambio real y duradero en nuestra alimentación.”
Y es que, muchas veces saber qué comer no es suficiente para llevar una buena alimentación. De hecho, muchas personas saben qué hay que comer más verduras y frutas, que no hay que priorizar alimentos precocinados, fritos y demás… pero simplemente no lo hacen. Hay muchísima información sobre qué comer y qué evitar, pero centrarnos en los patrones alimentarios es igual o más importante. Con esto queremos decir que no sólo debemos tener en cuento lo que comemos sino también cómo/cuándo/ por qué lo comemos.
Por ello, hoy vamos a proponeros 7 sencillas maneras de romper con los malos hábitos alimentarios:

1. Organiza la despensa y realiza la compra sin hambre

Comienza por despejar el armario de productos procesados ​​y de comida basura. Cuando nevera y despensa estén vacíos de estos alimentos, será hora de ir a llenarlos con alimentos de verdad. Pero el momento de ir a hacer la compra también es importante, ya que dependiendo del hambre que tengamos cuando hacemos la compra podemos llenar el carrito de unos productos u otros. Ir con el estómago lleno favorecerá que no nos veamos tentados a pasar por el pasillo de pastelitos, de patatas fritas y similares.

2. Sé previsor: programa tus tentempiés fuera de casa

Muchas veces con el ajetreo diario lo último en lo que pensamos es en prepararnos las comidas para llevarnos al trabajo, a clase o donde quiera que estemos. Así, al final la comida de medio día acaba siendo un bocadillo rápido de la cafetería más cercana o incluso una chocolatina o una bolsa de rosquilletas de una máquina expendedora. Por ello, para comer mejor y además ahorrar dinero, es recomendable gastar parte del tiempo en casa en prepararnos una mochilita en la que llevarnos las comidas del día.

3. Realiza pequeños cambios alimentarios

Para ir incorporando cambios progresivos en la alimentación, trata de cambiar aquellas opciones poco saludables por otras alternativas más saludables. Por ejemplo, en lugar de tomar una chocolatina entre horas escoge unos frutos secos; en la comida en lugar de patatas fritas, escoge guarnición vegetal; en lugar de beber un zumo azucarado opta por una pieza de fruta entera. Sé creativo, hay opciones más saludables para casi todo.

4. Come con conciencia

Ya os explicábamos hace poco porque comer viendo la televisión favorece que ganemos peso. Nos sentamos delante de la televisión y sin darnos cuenta, la bolsa de papas o de palomitas se ha volatilizado. Sentarnos en mesa sin ver la TV, masticar más veces los alimentos o incluso dejar los cubiertos en la mesa a cada porción que nos llevemos a la boca favorecerá que comamos más lentamente, tomando conciencia de lo que realmente ingerimos y haciéndonos que acabemos comiendo menos.

5. Utiliza platos más pequeños

Utilizar platos ligeramente más pequeños hace que para llenarlos tengamos que incorporar porciones más pequeñas de alimentos. Además, visualmente se agradece más ver un plato pequeño lleno que uno grande casi vacío.

6. Anota lo que comes

Llevar un registro con todo lo que ingerimos nos hará más conscientes de todo lo que comemos. Y es que, muchas personas se sorprenden al replantearse todo lo que comen y se asombran al ver que los alimentos poco recomendables que creían tomar de forma ocasional son casi parte del día a día (o viceversa, alimentos saludables que creían tomar asíduamente sólo aparecen de forma ocasional).

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